Reflexiones en torno al Proyecto Emovere. Dirección Francisca Morand y Javier Jaimovich

[Reflexiones en torno al Proyecto Emovere] 1

Por Camila jiménez T.

El proyecto Emovere nos insta a reflexionar en torno al predominio e impacto de las nuevas tecnologías (TIC) en las artes escénicas, las que sin duda promueven nuevas formas de expresión y representación, problematizando tanto los modos de construcción como perceptuales, en cuanto a la representación del cuerpo, el intérprete y el lenguaje escénico. Todo esto implica una disolución de los límites disciplinares involucrados y la necesidad de expandir fronteras, y articular nuevos lenguajes y formatos que puedan acoger y dar cuenta de estas “nuevas” necesidades e interrogantes que van más allá de la producción de obra como objeto cerrado y acabado, y de lo exclusivamente manifiesto en la superficie del cuerpo material.

El foco de interés pareciera haberse desplazado hacia el proceso artístico y las relaciones establecidas entre las distintas materialidades, sustentándose desde lo colaborativo e interdisciplinario.

Emovere plantea interrogantes debido a las múltiples posibilidades del uso del cuerpo y del sonido, por ejemplo: ¿cómo se constituye y presenta el interprete en esta obra?, ¿qué cuerpo se desprende? La propuesta de Jaimovich y Morand rompe la idea de linealidad temporal, presentándose un cambio radical en el eje espacial y posibilitando, a través de esta interconexión, de estar en varias partes a la vez, proceso que se desplegaría de manera multidimensional y direccional.

Emovere promueve así, una radicalización de la subjetividad escénica en cuanto a la desentralización de esta lo que, sin duda, impacta y transforma la experiencia humana y artística en sus distintas dimensiones. ¿Cuál es el cuerpo resultante de este diálogo interactivo entre dispositivos tecnológico y cuerpo-intérprete? Se podría pensar que la danza hoy se encuentra en una tensión. Tensión que, por un lado, refiere a si esta se centra en el movimiento danzado o si se aproxima a las otras artes y saberes, focalizándose más en el cuerpo que en el movimiento.

¿Es posible pensar la relación entre arte y tecnología desde el movimiento dancístico? o ¿esta relación entre danza y tecnología encuentra su nicho en la complejidad del cuerpo? Estas interrogantes resultan interesantes. Si hoy el foco no está en el movimiento sino más bien en el cuerpo, ¿qué ocurre con este cuerpo cuando entra entra en relación con las otras disciplinas y la tecnología?

A propósito de esta relación, Paz Brozas Polo escribió que “Podemos decir que el conocimiento y las relaciones en este sistema se desplazan por manchas de aceite. Y esto nos brida una imagen perfecta. Imaginemos una mancha de aceite: sobre un tejido se impregnará, sobre un metal lo envolverá, sobre la madera, se filtrará, sobre la piel resbalará. Cada elemento, puede ser visto como un obstáculo o como la posibilidad de generar nuevas relaciones, nuevas configuraciones: la diferencia no limitará que se extienda; interactúa con cada elemento desde una relación particular. A la vez se modifica y modifica el elemento con el que contacta, pero no deja de ser aceite, madera, piel, metal”2. Por otra parte, María Muñoz3 sostiene que “si la danza se sitúa en un terreno de experimentación continua es porque su propio lenguaje lo permite”.

 

1Texto elaborado por Camila Jiménez Toro et al, incluido en “Cuaderno de estudio: Actividades del Centro de Creación Artística e Investigación Intervención Interdisciplinaria”. Universidad de Chile, Dirección de Creación Artística, Facultad de Artes, 2015. Págs. 165-167.

2 En: Brozas, P, (2009) La expansión del cuerpo en la escritura de la danza y el proceso “In verso” en El cuerpo creado, Representaciones del cuerpo en la contemporaneidad. Pág. 40.

3 Muñoz, M (2008/2009). Carta blanca a la vida en danza. Revista Mercat de les Flors temporada.